Es curioso lo que puedes recordar despanzurrado en dos asientos de un autobús, con la cara apoyada en el cristal, sintiendo el frío en ella, esperando llegar a tu destino en un camino que dura más de 3 cuartos de hora. La mente empieza a viajar y por alguna razón recuerdas cosas que hace tiempo ya ni te pasaban por la mente, ayer, volviendo a casa me sobrevino uno de esos recuerdos, una putada que me hicieron mi hermana y dos amigas.
¿Qué putada fue?. Sencillo, tendría yo 10 u 11 años y veraneábamos en casa de unos amigos de mis padres en Marbella, con estos amigos de mis padres. Por alguna extraña razón, esas tres pécoras decidieron que sería gracioso gastarme una broma.
La broma consistió en hacerme creer que en la urbanización había una chica que me había visto y se había enamorado de mi. Para ello montaron una bastante gorda, dejaron cartas en la casa, me llevaban de un lado para otro. Al principio no las creía e iba a mi bola, pero con la inocencia de esos años y teniendo en cuenta que las noticias venían de mi hermana y unas amigas terminé por creérmelo.
El verano terminó, y recuerdo que me fui convencido de que existía una chica que estaba enamorada de mi en algún lugar, de hecho hasta guardé las cartas. ¿Y cómo no reconocí la letra dirán algunos?, pues porque las muy putas le hicieron escribir la carta a la hermana de una de ellas a la cual yo casi no conocía, y por tanto no tenía oportunidad de reconocer su letra.
Así que aquí podría haber acabado la historia, conmigo completamente engañado pero feliz sin embargo, como siempre, las mujeres no tuvieron suficiente así que cuando volvimos en semana santa, tuvieron que continuar con la broma y me tuvieron recorriendo una desierta urbanización marbellí en pleno marzo porque supuestamente la chica estaba ahí.
Mis padres, al parecer más conscientes que yo del engaño al que me tenían sometido, obligaron a mi hermana a contármelo. Aun hoy recuerdo la rabia que sentí y como pegue a mi hermana y a la más desprevenida de mis amigas, que no se mantuvo a la distancia prudencial. No estoy orgulloso de haber golpeado a mi amiga, aunque creo firmemente en la igualdad de sexos y a un tío le habría pegado igual,tampoco me habría sentido orgulloso, pero probablemente lo habría hecho.
¿Por qué me hicieron eso? Simple, porque se habían enfadado conmigo y luego continuaron, cuando se les pasó el enfado, porque les parecía muy divertido. Hoy en día, cuando lo recuerdo, aun me sonrojo por lo estúpido que pude llegar a ser
Para que luego digan que las mujeres no deben estar en campos de concentración.