28 de Noviembre 2004

No para de llover

Y es que no para de llover, el viento te azota, y el agua te golpea en la cara,saboreas las gotas con la lengua, saben amargas, caminas y el barro ya te llega hasta los tobillos, pero no cesa la tormenta.

A veces solo chispea y piensas que ya ha terminado, que por fin el sol volverá a darte en la cara, que habrá calma, pero nunca llega a cortarse. Aprovechas esos momentos para descansar , cuando te acomodas de nuevo los truenos retumban y los rallos iluminan el cielo, se acabó el descanso.

Continuas caminando y el viento se ha llevado todas las señales, ya no sabes a donde va este camino porque el cansancio ha acabado con los recuerdos de a donde ibas y volver es imposible, ya no puedes decir si es un camino, porque el barro te llega hasta las rodillas, pero a lo lejos ves una colina, quizas más allá exista un valle, caminas con el viento de cara, imaginando las tierras tras la colina, sonries...

Asciendes como puedes ,cansado por todos los obstaculos contemplas desde las alturas el paisaje... llueve, en todos lados, mires donde mires no para de llover y el barro ya te llega por la cintura

¿Cúando va a parar de llover?

Salud!

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<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 4:22 PM

28 de Abril 2004

Historias de un bar VI

Este es el relato final, aquí culmina todo.

Este relato es el que más he tocado de todos, he metido cosas que no había, conversaciones, reflexiones, para darle más chicha y hacerlo un poco menos ñoño de lo que era, supongo que cuando tienes 17 años ves las formas de una cosa y con 19 de otra y por eso he sentido la necesidad de cambiarlo.

La semana que viene pienso hacer una reflexión sobre el relato, pero hoy os dejo disfrutar con el final.

Es un compromiso que tengo con la correctora de la primera versión de este relato el sentarme algun día a rescribir esta historia sobre todo parra corregir el hecho de que fuese todo tan rapido, pero para ello hace falta que tenga ganas y más que nada, tiempo, que es lo que me falta, para hacerlo.

Pero bueno, os dejo con lo que esperais...

(Si eres nuevo en el blog, ve a los martes, o lso miercoles anteriores, siguiendo la pista al relato, leelo desde el primero).

Javier observaba el bar, habían pasado todos una época turbulenta, él mismo la había pasado, pero por suerte parecía que tenía un buen final.
Antonio, en un lado del bar, hablaba con un chico, Jaime, su hermano, había conseguido un permiso de fin de semana en la cárcel, donde había entrado hacía cinco años por traficar con drogas.
Jaime quería ver a su hermano con mucha urgencia, ya que gracias a Javier, se había enterado de la situación que había vivido y vivía su hermano y de como este estaba intentando salir de aquella.
Llevaban un buen rato hablando, de trivialidades y de cosas serias, pero se podía percibir la tremenda alegría que los embargaba a los dos por volver a encontrarse. Tras un rato de charla a la que no tardó en unirse la novia de Antonio, Jaime se acercó a Javier quien le dio un abrazo. Jaime, le dijo:
- Muchas gracias por cuidar de él, te lo agradezco - con voz emocionada-
- ¿Para qué estan los viejos amigos sino? -respondió él con el mismo tono de emoción-
Jaime y Javier habían sido amigos en una epoca oscura del pasado de ambos, qué mejor era olvidar, pero que ambos dos conocían y que los había unido tremendamente.

Después se separó de ellos y observó a Marta y a Santi, por fin estaban juntos, dijo para si mismo, estaban sentados en un banco, junto a una mesa, jugueteando, besandose ,acariciandose...
Marta volvía a tener la sonrisa perpetua en la cara, esa sonrisa que casi consigue borrar un animal de manera permanente. A su madre le iba muy bien en el nuevo trabajo y no se tenían noticias de su padre, afortunadamente, sin embargo, los trabajadores sociales les habían recomendado prudencia, parecía que el miedo no podría abandonarlas totalmente.
Santi, parecía que estaba aprendiendo a dejar de ser el tío duro del bar aunque intentaba ocultarlo, Javier les sonrió y se acercó:
- Bueno pareja, que yo no quiero ser un cacique ni un explotador, pero Dios dijo sed hermanos pero no primos.
- Vale, ya vuelvo al curro -respondió Marta-
Besó en los labios a Santi y se marchó tras la barra. Santi suspiró y Javier no pudo impedir soltar una risotada mientras le daba unas palmadas en la espalda y volvía al trabajo.


Tras un rato de curro pudo parar a reflexionar sobre él:
Bueno él, estba en la gloria, todo le iba dentro de lo que cabía muy bien y estaba contento porque a los de su alredededor, también les iba bien. Estaba apoyado en la barra y unas manos conocidas le cogieron por la cintura interrumpiendo sus pensamientos. Miram apoyó la cabeza en su espalda, despues le dio un beso en la nuca. Con miriam a la espalda continuó con sus meditaciones:
Tenía a Miriam, que era una gozada de chica, muy diferente a las que habían poblado su vida por otra parte había ido recuperando el contacto con la familia y había conocido a sus sobrinitos, dos monstuitos de 2 y 4 años, hijos de su hermana a la que hacía tanto tiempo que no veía.
Poco a poco la relación con sus padres volvía a restablecerse, no era fácil pues había muchas cosas y no era sencillo perdonar muchas de ellas. No había vuelto a vivir en casa de sus padres, aunque fue un disgusto para ellos, lo entendieron,además su padre puso parte del dinero que faltaba para pagar el credito del bar y eso supuso un desahogo, no es lo mismo deberle un poco de pasta al baco y mucho a tu viejo, que deberle mucho al banco.

Tras tanto camino, tras tantas grises calles y túneles de oscuridad, había encontrado la salida y sus seres queidos también. Se volvió y abrazó a Miriam, ella luciendo su timida sonrisa también le abrazó a él y se besaron tiernamente.

FIN
<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 9:30 PM | <__trans phrase="Comments"> (6)

20 de Abril 2004

Historias de un Bar VI

Este es el penúltimo relato de historias de un bar, es uno de los más pastelosos y lo escribí completamente contra mi voluntad, yo le habría dado otro final, solo que como esto era por fascículos, los lectores me "obligaron" a este final.

Habían pasado ya varios días desde aquel incidente en el bar, desde que su padre había hecho acto de presencia en su lugar de trabajo, en su refugio y desde que Miriam, amiga suya y novia de Javier, su jefe, le hiciese recapacitar sobre lo sucedido. Recordada como el chaval con el que estaba tonteando, por simple diversión, se había escabullido en vez de defenderla y como antes de que ella siquiera llamase con la mirada a Santi, él había aparecido.

No sabía que hacer, estaba hecha un lío, quería muhísimo a Santi, pero temía perderle, por su mente revoloteaba una frase que una vez vio en un libro "Más vale arrepentirse de amar que de no haber amado". Siguió meditando y echando cuentas de sus sentimientos.

Para Santi también pasaron los días, pensaba en lo que había sucedido y en si había hecho algo mal, fue desglosando sus actos y analizandos metódicamente, poco a poco en su mente se fue formando una conclusión, Marta tenía mucho miedo, mucho miedo de sufrir más daño, mucho miedo de perderle y quedarse casi sola en un momento tan dificil.

Tras llegar a esa conclusión su móvil sonó, cogió el telefono, era Marta:
- Hola Santi, esta tarde no tengo nada que hacer, ¿te apetece ir al cine?.
Una sonrisa apareció en la cara de Santi y su coracón comoenzó a latir con rítmo acelerado como un caballo desbocado.
- ¿Claro, a las 7? -respondió él-
- Perfecto.

Clogó y una sonrisa mucho más amplia se alojó en su cara.

Llegó a las siete menos diez al cine, esperó solo 5 minutos ya que Marta también llegó pronto. Santi, como de costumbre, no la dejó pagar, lo cual produjo el tipico "enfado" de ella:
-Eres un cabezón y te encanta salirte siempre con la tuya.
- Ya sabes que sí -respondió él-.

Entraron al cine, la película comenzó, tdoo era normal hasta que a mitad de pelicula, Marta se recostó sobe Santi, unos largos minutos después, susurró al oido de este:
- Con tranquilidad, poco a poco, porfavor.

Santi se quedó desconcertado, no sabía a que se refería, la verdad es que era la vez que más cerca había estado de ella en batante tiempo, pero sus dudas se disiparon cuando Marta besó suavemente su cuello. Así pasaron la pelicula ella, acostada sobre su pecho mientras él alternaba su disipada atención a la pelicula por lo sucedido y ella, a la cual de vez en cuando dedicaba caricias y estas eran correspondidas por leves mordisquitos en la mano.

Al salir del cine todo volvió a la normalidad, no estaba distante pero no era lo mismo que en el cine, cenaron pizza, volvió a pagar él por último el joven la acompañó a casa. Se despidieron con un abrazo, Marta sonrióy entre susurros dijo:

- Te quiero, pero tengo miedo, mucho miedo, por favor llevemos esto despacio y ayudame a perderlo.


Él la besó en su nariz, aunque sabía que la hacía muchas cosquillas, ella le miró a los ojos, se abrazó más fuerte a él y luego se separó, subiendo las escaleras sin mirar atrás.

Santi volvió a casa, estaba feliz, por fin tenía aquella oportunidad y no le importaba tener que ir despacio, lo verdaderamente importante para él es que y a estaba en camino aunque el peso de la responsabilidad, le hacía estar algo preocupado.

Le costaba dormir a causa de la excitación y durante aquel insomnio recibió un mensaje al móvil que rezaba así:
"Buenas noches mi niño, descansa, te quiero".
Con esas palabras en su mente se quedó dormido como un bebe, con una sonrisa de oreja a oreja.

<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 11:32 PM | <__trans phrase="Comments"> (3)

13 de Abril 2004

Historias de un bar V

Con todos vosotros la 5ª parte de este relato. En esta se añade una nueva linea argumental, lo he retocado un poco y revisado, hay alguna cosilla cambiada con respecto al original pero muy leve, sobre todo expresiones.

Para los que os engancheis ahora a esta historia, os recomiendo encarecidamente que os leais los anteriores para que podais entender la historia.

Y bueno, como nota informativa, el blog ha pasado de los 200 comentarios. 87 posts escritos por mi y 203 comentarios, muchisimas gracias a todos.

La noche, su cálido manto arropaba a Alberto, en la terraza observaba las estrellas mientras sus pensamientos se arremolinaban en su mente, formando una tea de araña que escondía la solución. Alberto era un chico alto, de más o menos metro ochenta y cinco, rubio y ojos marrones, pertenecía a una familia de clase alta.

En su mente estaba lo que sucedió durante la cena, cuando soltó la bomba de que quería estudiar la diplomatura de trabajo social, su padre se había enfurecido, él quería que Alberto estudiase administración y dirección de empresas y cuando se dio cuenta que su hijo rompía todos los esquemas que había hecho sobre su vida lo cólera explotó en él y dijo:

- ¿Cómo? ¿Para qué quieres hacer esa mierda de carrera?, ¿Para morirte de hambre?
Alberto lo miraba, aguantando, soportando, hasta que finalmente con voz pausada y tranquila dijo:

- Es algo que me gustaría hacer en mi vida, el trabajo que me llenaría y me haría feliz.
- Un trabajo no te tiene que hacer feliz, te tiene que dar para vivir y mantener a tu familia, y siendo una mierda de trabajador social no vas a vivir como vives ahora. Y ni se te ocurra que podrás recurrir a mi cuando te mueras de hambre. - respondió su padre-

Alberto había tenido ganas de responder, pero en el último momento vio que no merecía la pena, simplemente cuando terminó la cena subió a la terraza a pensar.

Pensaba en lo que le habían dicho, el miedo le atenaza, no sabía si su padre tenía razón que se iba a morir de hambre y por ello iba a ser un amargado, él quería creer que no pero dentro de él la duda, la duda le corroía.
Por otro lado observaba las razones por las que quería dedicarse al trabajo social. Él se relacionaba con gente de todas las clases; los cuales muchos tenían o habían tenido problemas. No era por lástima ni pena por ellos sino porque les había visto pasarlo mal y él con sus problemas, que tampoco habían sido pocos, lo había pasado mejor, y por ello sentía una deuda no sólo con sus amigos sino con la sociedad y en su interior algo le indicaba que era el camino que quería seguir.
Se fijó en gente como Marta, Javier o Antonio, todos habían tenido sus problemas, todos por suerte en un momento dado había encontrado a alguien que los ayudase y Alberto que en alguna ocasión había colaborado sin protagonismo alguno, como a él le gustaba se dio cuenta que eso lo llamaba y lo alegraba. Alberto se fue a dormir después de ese periodo de reflexión.

Al día siguiente fue a clase, sus profesores decían que no rendía lo suficiente para un chico de su capacidad, él creía conocer la respuesta, además de ser bastante vago, no tenía un objetivo ni una meta clara yo que no sabía que carrera iba hacer. ¿Haría lo que él quería o lo que su padre quería?.

Por la tarde-noche se dirigió al bar, entro en él y se dirigió a Javier:

- Muy buenas caballero, ¿Cómo estamos?
- Bien con bastante curro, pero bien menos mal que la niña - refiriéndose a Miriam- me echa una mano
Miriam sonrió a modo de saludo desde detrás de la barra y deposito un beso en el cogote de Javier lo cual produjo una amplia sonrisa en su rostro.

-Oye, Miriam - dijo Alberto- ¿Qué tal está Marta? ¿Y su madre?
- Pues bien ahora vendrá marta a currar, creo que ya se han mudado al piso nuevo
- De puta madre fue la respuesta de Alberto

En ese momento Marta entraba en el bar.
Alberto sonrió al verla y la saludó:
-¿Qué tal preciosa? -dandole dos besos-
- Bien bastante bien - respondió con una sonrisa-
- Ya sabes que para cualquier cosa que necesites me das un toque ¿oki?
- Oki, respondió ella con otra dulce sonrisa

Marta se metió tras la barra y al ver aparecer a Santi sonrió y le lanzo un beso.

La noche transcurría con relativa normalidad, Alberto estaba hablando con unos amigos, comentándoles sus ralladas sobre sus estudios cuando uno dijo:

- Pero tío, no te preocupes, tu papá te echufará en su mega empresa y chimpun, pero si además estas forrado no se de que te preocupas. – dijo un “amigo”-
Alberto se cabreó, frunció el ceño y respondió:
- Estoy hasta los huevos, me juzgáis por la pasta que tengo o mejor dicho que tiene mi viejo y quitáis importancia a mis problemas, estoy cansado, yo no os juzgo por las pasta que tenéis, simplemente sois mis amigos. Por si os interesa, quiero hacer trabajo social ya me contaréis en que me va a enchufar mi viejo.
Los demás se quedaron callados sin saber que decir.

En ese tiempo un pavo se acercó a tontear con Marta, ella le daba bastante coba, Santi estaba poniéndose de muy mal humor, desde un rincón observaba todo, frustrado, sin poder hacer nada. Javier se le acercó, de camino a recoger unos vasos y le dio un golpecito.
- Tranquilo, si realmente te quiere será cuestión de tiempo que estéis juntos.

La noche prosiguió y parecía que iba a ser normal, como todos los días, pero a las tres de la mañana un hombre entró en el bar. Desentonaba, andaba por los 50 años y olía mucho a alcohol, era alto y fuerte y su cara era una mascara de furia e ira, era el padre de Marta. Santi estaba hablando con Javier y Alberto seguía la conversación con sus amigos.
El hombre fue a la barra:
- Hijita hijita, sirvele una copa a tu papaito.
Marta se volvió y se puso a temblar, estaba ahí, su peor pesadilla estaba delante, en sus narices.
- ¿No me has oído?, que me sirvas una puta copa carajo - dando un fuerte golpe a la barra.
En ese momento, se hizo el silencio en el bar, el chico que tonteaba con ella, lejos de defenderla, se escurrió como una sabandija.
Miriam que también estaba en la barra cogió la mano de Marta la cual estaba a punto de llorar.

-Sírveme de una puta vez, guarra, ¿es qué no te enseñé a respetar a tu padre?.
En ese momento, Santi observó la barra y vio a aquel hombre, y avisó a Javier.
Javier por su parte hizo una seña a Alberto, los tres se dirigieron hacia la barra llegando justo a tiempo cuando el padre de Marta intentaba agarrarla. Alberto y Javier "acompañaron" al hombre fuera.

Mientras Santí entró a la barra y abrazó a una Marta sollozante:
- Ya, ya, se ha ido, tranquila, estamos aquí.

Así se tiró un buen rato, después, ella secándose las lagrimas dijo que tenía que volver a trabajar una punzada penetraba a Santi en su estómago, se volvía a alejar de él.

Fuera, Alberto y Javier, tras echar al padre de Marta charlaban:
- Buf tío, algunas cosas son muy duras.
- Si, por desgracia la mierda abunda.
- Por eso, no sé me gustaría estudiar trabajo social, pero mi padre está con que si me voy a morir de hambre, que si no tiene futuro, y la verdad me tiene muy acojonado, no quiero amargarme, y las dos opciones se me presentan mal
- - Mira Alberto, tienes que hacer lo que te guste -dijo Javier-, dedicarte a ello y será lo que te hará feliz, no eres un tipo materialista, las pelas para ti no son lo primero.
-¿Y si me equivoco al elegir?- respondió Alberto.
- Tendrás tiempo para rectificar y sino siempre podrás currar aquí en el Bar. –respondió con una sonrisa-
Alberto le dio la mano a Javier mientras le decía:
- Muchas gracias tío, necesitaba hablar con alguien
- Un placer, para eso estamos.

Miriam tras la barra servía copas junto con Marta, después de un rato se acercó y la dijo.

- Hoy deberías haber comprobado quien te quiere y quién estará contigo - dijo mirando a Santi-, deberías darle una oportunidad.
- Miriam, sabes lo que pienso del tema, lo hemos hablado muchas veces, que temo perderle como amigo y no sé, después de todo lo que ha pasado me da miedo tener una relación.
- Quien no arriesga no gana, y distanciándote de él, lo perderás igualmente, alguna lagarta se lo llevará cuando este débil - dijo Miriam, esto ultimo entre risas -.

Esta vez fue Marta quien no dijo nada.

<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 9:31 PM | <__trans phrase="Comments"> (9)

7 de Abril 2004

Historias de un bar IV

Se me han quejado de que no puse este relato ayer así pues que lo pongo hoy.

Este relato no se puede comprender sin leer los anteriores, así que id a los post de los martes anteriores y leedlos para comprender este.

Ala, espero que os guste.

Habían pasado dos semanas desde aquel incidente y ni Santi ni Marta habían comentado nada. Marta volvía a casa y cuando llegó se puso a estudiar, llevaba un buen retraso, pues la anterior semana a penas pudo estudiar, seguía estando nerviosa y las cosas habían seguido estando tensas, no explotaron pero sí habían estado cerca. Acabó y fue al salón a ver la tele, su madre preparó la cena y justo cuando su madre acababa de terminarla, su padre llamó, ambas se estremecieron, se iba a cenar fuera, eso significaba que probablemente saldría a beber. Cenaron y marta se metió en su cuarto al igual que su madre, a las tres de la mañana se escuchó la puerta de la casa y un fuerte golpe, Marta no se atrevió a moverse, estaba paralizada de miedo, estaba aterrada.

A la mañana siguiente cuando salió de su cuarto se encontró a su padre dormido en el suelo del salón, se veía por el estado del sofá, que intentó levantarse pero no pudo, sintió pena al ver a su padre ahí tirado en el suelo, pero todo eso se atenuó con el odio que sentía al recordar el daño que les había hecho a su madre y a ella.

Se vistió y marchó para clase. Durante el recreo cogió a Santi y se lo llevó a dar una vuelta, durante el paseo, ella le contó toda la historia, las semanas que estaba "mala" y no iba a clase aunque realmente era porque era muy joven y no podía maquillarse para ocultar las marcas, las desafortunadas cadas que le habían roto el brazo alguna vez y las marcas que Santi vio el otro día. Santi absorvió toda la información, como si le golpeasen con una losa, cuando termino solo se le ocurrió hacer una cosa, abrazarla mientras ella lloraba de puro desahogo y decirla:
- ¿Por qué no me lo contaste?
- Por verguenza, por miedo, no sé - dijo ella.
Cuando se calmó, le explicó que en dos semanas se marchaba de casa con su madre y que necesitaba un trabajo de fin de semana. Santi sonrió de manera engimatica y dijo:
-Dejamelo a mi.
Ella le abrazó y una tíida sonrisa, la primera en tiempo, afloró en sus labios, volvieron a clase con la cabeza de ella apoyada en el pecho de él.

La noche llegó y Marta avisó de que llegaría tarde o se quedaría en casa de una amiga. Mientras estaba en el bar Javier, el dueño pero más que el dueño parecía el hermano mayo de todos, pues tenía 24 años, la llamó, hacía poco que le metieron un navajazo al dar la cara por un chaval y había también empezado a salir con una amiga suya hace poco, ella se acerco a él y le dijo:
- ¿Sí?
- Me han dicho que buscas curro. -respondió el-
- Sí- dijo ella algo cortada
- Bién, un camarero lo ha dejado así que necesito otra camarera, empiezas hoy.
Ella sonreía y buscó con la mirada a Santi, que estaba en una esquina sonriendo y mirándola.

El trabajo era duro, pero le gustaba, Javier era un tío cojonudo y ademas de trabajar podía estar con sus amigos. Pasaron los días y en casa las cosas iban de mal en peor hasta que un día, finalmente, todo explotó.


Faltaban dos días para su cumpleaños, dos días para su ansiada libertad, sin embargo llegó a casa y vio a su madre llorando, volvía a estar magullada. Habló con ella y entre sollozos le dijo que le había dicho a su padre que se marchaban, no había podido más y en un intento de devolver el daño que la había hecho se lo dijo. Marta metió a su madre en la cama, y se fue a estudiar o al menos a intentarlo. Sobre las diez llamó Santi, estaba hablando con él, cuando la puerta de su cuarto se abrió de un portazo, su padre estaba en el marco de la puerta, visiblemente furioso, fuera de si y ella asustada casi llorando dijo:
- Santi, mi mi mi padre está aquí ven plof...

No pudo acabar su padre la empujó a la cama y la gritaba:

- ¿Cómo que os vais?,- la golpeó- os voy a enseñar quien soy yo - la volvió a golpear-

Ella lloraba ,mientras, Santi lo oía todo.

Salió de casa corriendo, sin ni si quiera abrigarse, iba en mangas de camisa, la casa de Marta estaba cerca, siguió corriendo. Llegó al portal, y la puerta estaba cerrada la empujó frustrado, pronto vio al portero, que viendo la cara de desesperación de santi, comprendió al instante a que venía le abrió y le dio una copia de la llave de casa de Marta.
Subió los dos pisos corriendo y abrió la puerta.

Mientras tanto la madre de Marta se había levantado y acercandose a su marido intentó contenerle:
-Deja a la niña.
El hombre la tiró al suelo y la pateó repetidas veces.
- Puta, puta , puta -gritaba mientras golpeaba.

No se dio cuenta de como una bota negra se dirigía inminentemente a la base de su estomago hasta que sintió el dolor y perdió el equilibrio. Marta llorando pudo ver como Santi había aparecido en escena y como con esas botas de punta de acero que siempre había detestado que Santi se pusiese, había tumbado a su padre. Marta se lanzó sobre Santi estaba magullada pero tampoco mucho, abrazada a él se pudo a llorar, llamaron a la policía y una ambulancia.
Se llevaron a la madre de Marta, y tras declarar ante la policía, Santi se llevo a Marta a su casa. Cuando entró con ella, con un gesto indicó a su madre que no dijese nada, Marta se pasó la noche abrazada a Santi.

A la mañana siguiente, fue a visitar a la madere de marta, sonreía a pesar de las fracturas, acababan de concederles una vivienda de protección oficial. Marta estuvo rato cogida al brazo de su madre, casi llorando de alegreía, la pesadilla había terminado, después salió con santi y mirandole seriamente le dijo:

-Tendremos que hablar de lo nuestro, está evolucionando a algo más q amistad, pero tengo miedo de perderte como mejor amigo.
- Santi solo la miró, no supo que decir


<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 3:43 PM | <__trans phrase="Comments"> (3)

31 de Marzo 2004

Historias de un bar III

Con vosotros la tercera parte de historias de un bar, no sigue el montaje original, es una variación porque lo veo más interesante.

Os recomiendo que leais los anteriores relatos de historias de un bar, los publico los martes.

Os dejo con ello:

Estaba solo en una sala, todo estaba oscuro salvo una mesa en el centro de la sala, en ella un espejo, un espejo con el ansiado polvo blanco. No podía moverse, no sabía por qué, sólo sabía que quería llegar a esa mesa y tomar lo que tanto ansiaba. Algo nuevo aparecía en la escena, al principio no reconoció a la persona, era alguien de su estatura, e incluso vestía igual que él, era alguien que tenía un rostro avejentado, con horror reconoció que era él, se dirigía ese clon suyo al polvo blanco, se preparó la ralla con sumo cuidado y cogiendo un canuto, aspiró, pareció una eternidad mientras oía el sonido de la nariz aspirando aquello, resonaba en su cabeza, levantó la vista y observo a esa figura fiel reflejo de si mismo pero más viejo, parecía vacía, sin vida, sin sustancia, vio como un reguero de sangre salía de la nariz y como se desplomaba en el suelo.

Antonio despertó sobresaltado, tenía esos sueños desde hacía dos semanas, desde que las cosas en casa volvieron a ir mal, sus padres se peleaban y se echaban mutuamente la culpa por algo de su hermano, sobresaltado después del sueño y recordando que llevaba dos meses sin meterse, desde que Javier lo llevó al centro de desintoxicación, ahí le habían ayudado mucho pero aún sentía el mono de vez en cuando y en las últimas semanas más, en alguna ocasión había sentido que no podía seguir, pero después algo en lo más hondo de su mente y de su ser le decía que podía seguir, que tenía que seguir. Había recibido una carta de su hermano, en ella le decía lo orgulloso que estaba de su decisión, no sabía como se había enterado pero solo le importaba que su hermano estaba orgulloso.

En ese momento recordó uno de los momentos más dificiles de esos últimos meses, un compañero de clase estaba pasando algo de hachís a unos chavalines, Antonio por instinto le avisó de que venía un profesor. El pavo le dio las gracias y más tarde se encontró con una bolsita con el condenado polvo blanco en su taquilla, la apretó en su mano y la guardó. Despues se dirigió al pavo que venía y él le contestó:

-Nada, un detallito, si quieres más, podrías currar conmigo.

Antonio no sabía que responder, llegó a casa entró en su cuarto y se encerró, observó la bolsita encima de su mesa, sentía la necesidad de abrirla y meterse toda aquella mierda, pero pensó en sus amigos, en Javier que le había ayudado tanto, en Marga su novia, la cual lo había estado pasando muy mal, pasó cuatro horas mirando la bolsa, al final se levantó fue al cuarto de baño y cerró la puerta con pestillo e inspirando fuertemente tiró la bolsa y su contenido por el retrete.

Al día siguiente el mismo tío le dijo:
- ¿Qué, que tal?, A que era de calidad, ¿trabajarás conmigo?.
- No, no la probé y no quiero nada que ver con drogas.
- Nada madre Teresa -respondió el otro- tú mismo.
- Otra cosa -dijo Antonio-, si te veo volver a pasar a chavales de 14 años aunque se una chinita te abro la cabeza de una hostia.

El tío se alejó de Antonio, mientras se alejaba sonreía para si mismo, había ganado una batalla, pero no la guerra, aunque estaba decidido a ganarla.

<__trans phrase="Posted by"> Michael <__trans phrase="at"> 12:10 AM | <__trans phrase="Comments"> (2)

23 de Marzo 2004

Historias de un Bar II

La semana pasada puse la primera parte de este relato, y como parece que a nadie le disgustó, pues os pongo la segunda parte, os invito a leer el de la semana pasada, si no lo hicisteis, porque si bien para entender este no hace falta haber leido el anterior, más adelante será necesario para entender la historia.

Dolor, unas lagrimas surcaban las cuencas de los ojos que comenzaban a tomar un ligero tono amoratado, unos gritos apagan el sonido del llanto:
- Esta es mi casa y vais a respetarla, mientras, se oía un duro golpe, y otro llanto se unía al de Marta.

Era el de su madre, que consiguió que el suyo se intensificase, momentos después,silencio, el sonido del lloro entreahogado de Marta se oía en la habitación y no se apagó hasta que de puro agotamiento se quedó dormida. A la mañana siguiente no fue a clase, el cansancio de una noche sin sueño y el tono morado de su ojo consiguieron disuadir a su madre de obligarla a ir, sin embargo si salió por la noche, vestía una falda negra, un top también negro todo ello conjuntado con una camisa blanca que hacía un bonito contraste, además de ocultar los moratones de la espalda y los brazos. Extendió mucho maquillaje por su cara, para disimular las marcas de su cara, ya siempre quedaba perfecto, habían sido tantas veces, tantas borracheras, tantas palizas, que ocultar un moraton ya no tenía secreto alguno.

Marta tenía 17 años, hacía 11 meses que los había cumplido, 1 mes la separaba, un único mes la separaba de su libertad.
Estaba buscando trabajo, todo lo que había encontrado no le servía, el plan era encontrar un trabajo de fin de semana donde le pagara algo con lo que ayudar a su madre. Llevaban tiempo planeándolo, su madre ya tenía apalabrado un trabajo de dependienta en una tienda. Mientras pensaba esto, salió de su casa, se dirigió al bar donde se reunía con sus amigos, casi su familia. Entró y saludó a la gente, con una falsa sonrisa como si todo fuese bien tan perfeccionada. Pidió algo de beber y se mezcló con el ambiente.

Esa misma mañana, Santi llegó a clase, estaba preocupado, Marta, su mejor amiga, no había ido a clase y tenía el móvil desconectado. Suponía que iría al bar y ahí le preguntaría, aunque la ultima vez no sacó nada en claro, más bien frases bordes y cortantes.

Salió de casa vestía unos vaqueros, con una camiseta y una camisa por encima, antes de salir, se acordó de coger la gabardina.

Entró en el bar y la vio bailando con una copa en la mano, ella le sonrió al verle y se acercó para abrazarle, Podía ver esa chica de metro setenta, pelo castaño en dos coletas que le caían por el escote del top y eso ojos verdes, acercándose para abrazarle, ese nudo, ese nudo que siempre aparecía cuando la veía se hizo más fuerte, cuando fue a corresponder su abrazo, vio en la cara de ella una mueca de dolor, no dijo nada.

Durante la noche, Marta bailó mucho, y bebió aun más, acabó sensiblemente borracha y cansada, por fin tras sendos intentos, Santi consiguió que ella se sentase en un banco con él y se durmiese recostada sobre él, mientras jugueteaba distraídamente con su pelo.

La gente se iba marchando, y Santi la despertó, ella sobresaltada miró la hora, desesperada y casi con lagrimas en los ojos dijo:
-No puedo ir a casa, me van a matar.
-Tranquilizate pequeña, dijo el chico.

Poco a poco Santi consiguió tranquilizarla, pero estaba preocupado ,muy preocupado, pocas veces había visto esa expresión de terror y miedo en la cara de su mejor amiga, e intuía que no era producto del alcohol.
Decidió llevarla a su casa, sus padres estaba de viaje ella no quería que le cogiese del brazo como de costumbre, algo raro sucedía.
Llegaron a casa de Santi y subieron, ella se tumbó en la cama y se quedó dormida. Santi le fue a quitar la camisa para que durmiese más cómoda, dejándola solo con el top, se la quitó y se quedó horrorizado, dos mortatones surcaban sus brazos y las marcas de un cinturón se dibujaban en su espalda. Marta abrió los ojos, no estaba dormida, llorosa le dijo que no quería dormir sola que por favor durmiese con ella, se metió en la cama, la cogió en sus brazos cuidadosamente, ella se aferró a él como si estuviese a punto de caer por un precipicio y él fuera su única forma de salvarse. Él susurró:
- Tranquila, aquí estas a salvo, conmigo. Mientras nuevamente la acariciaba el pelo y la dedicaba pequeños y suaves besos en su cuello y cabeza, poco a poco se quedó dormida, y al final él por puro agotamiento durmió también.

A la mañana siguiente, Marta se despertó, abrió los ojos y vio que Santi dormía a su lado, se puso la camisa y le dejo una nota:
"Muchas gracias por todo, por favor no hagas preguntas". Antes de irse depositó un beso en su mejilla, conscientemente cerca de sus labios.
Al despertar, Santi vio la nota, al mirarse al espejo, vio la marca de carmín y sonrió tristemente, cuanto habría deseado estar despierto.

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16 de Marzo 2004

Historias de un bar I

Hoy me he enterado, que a alguien de mi entorno le ha sucedido algo que me ha recordado a una historia que escribí hace un par de años.

He rebuscado por internet, y por algunos sitios donde creía que estaba colgada hasta que la he encontrado.

Quiero compartir la historia con vosotros, en su momento me pareció muy bonita, no la he vuelto a releer, porque la última vez que lo hice el encontré muchos fallos e hice proposito de re escribirla de otra forma y no lo he hecho.

Esta historia fue escrita en forma de relatos cortos que enlazaban unos con otros, aquí os dejo el primero, cada semana iré poniendo uno.

Espero vuestros comentarios, no seais muy duros...

Entraba al bar cansado, acababa de llegar de clase y tenía que servir durante toda la noche lo cual iba a ser duro. Al entrar algunas miradas se posaron en él, saludos más o menos amistosos gente conocida, algunas sonrisas.

Javier se metió tras la barra, había 2 camareros más, el bareto era suyo y esos dos trabajaban por poco dinero,
- Pepe, Fran venga piraros ya me ocupo yo de esto. Los dos chavales sonrieron y se marcharon, luego llegaría María, que le ayudaría a servir copas.

Echó un ojo al local, todos eran chavales de entre los 16 y los 20 y tantos años más o menos amigos entre ellos, eran todos un grupo de amigos en general. El bar era un bar oscuro, con pocas luces, unas mesas al lado y algo q funcionaba como pista de baile entre medias de las dos hileras de mesas, el tipo de musica era variado, aunque Javier siempre se había negado a poner musica maquina, Hay que decir que Javier era un tío más bien alto, de pelo castaño y ojos verdes, de una complexión bastante fuerte y hacía bastante que nadie le había visto sin sus clasicas camisetas y su chupa de cuero negra.

La noche se iba desarollando más o menos como debía, llegó María y se puso a servir, una chica nueva en el grupo Miriam se acercó, tenía 17 años, era bajita, morena, vestía bastante normal unos pantalones marrones, una camisa blanca y una chaqueta, lo que más llamaba la atención era su mirada timida y asustadiza, se quedó mirando a Javier con indecisión y miedo, cuando este se le acercó y la dijo:
¿Qué quieres guapisima?
Ella se sobresaltó y con voz timida pidió un vodka con limon
-Tranquila que no muerdo dijo él, mientras la sonreía, ella correspondió la sonrisa con otra sonrisa pero timida.
Sirvió la copa, y cuando Miriam le fue a pagar dijo, mmm no venga a esta te invito. Ella se fue no sin agradecerlo con otra sonrisa.

La noche siguió, cuando alguien entró por la puerta era Antonio, el hermano de un viejo amigo de Javier el cual se había ido hacía mucho tiempo del barrio, Antonio entró dando tumbos, parecía borracho, iba chocandose contra la gente, y riendose de manera histerica Javier saltó la barra y se acercó a él.
-Tío que coño te pasa -dijo Javier con voz autoritaria.
-Estoy muy mal tío soy una mierda, una puta mierda, -mientras decía esto dio otro tropezon que casi lo manda al suelo.
Javier le agarro y lo llevó al baño donde le hizo potar hasta la primera papilla, sin embargo no potó demasiado alcohol, lo que le hizo pensar que iba metido de algo.
-¿qué has tomado?, unas copas tío.
Javier cambió la expresión, -no me digas que nada porque no he nacido ayer, dime que cojones has tomado-.
-Bueno tío unos tiritos.
-Unos tiritos de qué?.
-Coca, -las lagrimas se deslizaron por la cara de Antonio, -tío soy una mierda, ayudame-.
Javier vio algo en esa situación que le recordaba al pasado.
-Estoy enganchado, le debo pasta a alguna gente.
-Entiendo, la misma mierda de siempre, bien pues ahora te vas a sentar en una mesa tranquilito, vas a disfrutar de la noche y mañana ya veremos que hacemos.

La noche por suerte siguió sin más sobre saltos, despues de cerrar llevó a Antonio a su casa y quedó al día siguiente para llevarle a un centro social. Volviendo a casa, las calles se tornaban grises, y polvorientas. Subió hasta el estudio, que tenía alquilado y donde vivía solo, terriblemente solo, se derrumbó en la cama. Por la mañana se levantó, mirandose al espejo pudo observar que sus ojeras seguían donde estaban, y cogiendo una mochila salió. LLevó a Antonio al centro, por suerte el chaval acababa de cumplir los 18 años y con suerte sus padre nos sabrían nada y él, con ayuda, se recuperaría. Volvió a casa y se echó una siesta.
Se despertó, un mensaje en el contestador,
-Javier, soy papa,- oye chico llevas mucho tiempo sin pasar por casa, y tu madre te echa de menos, ven un día, un abrazo hijo.
Rebobinó la cinta y borró el mensaje, mientras un que os jodan afloraba en su boca, y unos terribles recuerdos de como le echaron de casa cuando descubrieron su problema con las drogas llegaron a su mente, pronto apartó aquello de su mente y se largó a abrir el bar.
Pasaron varias semanas, sin que nada demasiado importante sucediese, su amistad con Miriam fue en aumento, ella había perdido ese miedo a hablar con él aunque seguía siendo terriblemente timida.
Una noche, Javier estaba sacando la basura, cuando en el callejón escuchó, una voz de una chica algo pasada de copas, diciendo -Que noo joder que me dejes, que nooo,- y la de un chico venga que te va a gustar, a Javier le pareció la voz de Miriam, se acercó y vio al tío magrearla mientras ella inutilmente intentaba apartarle, las lagrimas afloraban en sus ojos. Javier se acercó y lo apartó de un golpe, el tío salió tratabilleando y se le acercó, cogiendole de las solapas le dijo, si te vuelvo a ver por el bar te arranco la cabeza, lo dijo poniendo esa cara de psicopata que tantos años había practicado, el tío por poco no se meó en los pantalones.
Luego se acercó a Miriam y la abrazó, ella lloraba en sus brazos, con voz tranquila la dijo, ya, ya pasó, estoy aquí y no te va a pasar nada. Durante toda la noche Miriam se pasó el tiempo tras la barra ayudando a servir copas, se había tranquilizado y Javier consiguió que se le pasase en parte, el susto.
Pero la noche no podía acabar bién, Antonio que andaba por el local se quedó blanco al ver entrar a un tío, era alto, rapado, vestía botas militares y pantalones vaqueros ajustados junto a una camiseta lonsdale que también le quedaba muy ajustada, se dirigió a a Antonio con sonrisa burlona
-Tuuu nos debes pasta. Antonio acojonado dijo:
-Si tío os la daré os lo prometo.
Javier se acercó a la caja sacó un dinero apartado y se acercó al tío.
-Toma, dandole el dinero, y no vuelvas.
- Tu no te metas en estoooo que va a haber bronca. dijo empujandole
Javier le miró inexpresivo y le dijo, largate y no te acerques a mi colega antes de que te de una paliza, Maki, dijo usando el apodo del tío. El Maki se quedó muy sorprendido
-¿Y tu de q me conoces?, miro bien a Javier y se respondió, Coño el Javi que es de tu vida.
-Muy bien sin vosotros ahora largate y no vuelvas.
-Ey cuidadin Javi, que sabes como las gastamos.
- He dicho que te largues o te doy una ostia.
El tío se largó, todo siguió bien hasta el cierre. Miriam estaba dentro apagando unas cosas y Javier echando la persiana, de repente dos tíos se le acercaron, por la espalda y diciendo, hombre mira el Javi el que me ha echado de su bar, le apuñalaron por la espalda, en ese momento todo se congeló, la punzada que sentía de dolor le hizo derrumbarse y sintió como manaba la sangre de su espalda, y poco a poco mientras la inconsciencia llegaba, escuchó unos pasos a todo correr, minutos despues un grito, y sirenas al cabo de un rato, cuando despertó, estaba en una cama, parecía un hospita, una temblorosa figura le miraba, era Miriam, que se encontraba sentada a su lado. Cuando abrió los ojos ella pegó un respingo y con lagrimas en los ojos le abrazó y así se tiró un buen rato.
Tres días despues le dieron el alta, estaba en el bar aun con puntos, pero trabajando contra consejo medico y los gruñidos de Miriam, cuando una figura familiar entró, Tenía unos 50 años, era bajito, calvo y vestía con sobriedad, era su padre.
-Javier, dijo con duda, me enteré de lo que te pasó , ¿qué tal estas?.
- Vivo, aunque eso no has importado mucho.
- Javier estamos muy arrepentidos de lo que sucedió, por favor perdonanos, tu madre quiere volver a verte, la gustaría que vinieses a comer mañana.
- MMMM creo que no.
- Por favor Javier, estamos muy arrepentidos, piensatelo, por favor.
Su padre salía cabizbajo del local cuando la voz de Javier le sobresaltó.
- Papa, poned un plato más mañana, a las 2 como siempre ¿no?.
Su padre salió con una sonrisa enorme y asintió.
Miriam que había visto todo le abrazó, y le dio un beso en los labios, a lo cual Javier se quedó sorprendido en un momento y luego correspondió.
Volviendo a casa las calles no eran tan grises como otras veces, y la soledad no era tan abrumadora, las cosas estaban cambiando ya lo creo si estaban cambiando y era a mejor.

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